Comúnmente se habla del valle de Lonquimay, sin embargo este es un lugar de montañas. No hay que olvidar que la mayor cantidad de personas vive en sectores rurales cercanos a las montañas o en las montañas mismas. Tampoco olvidar que la nieve es el principal atractivo de Lonquimay en invierno y para eso necesariamente hay que llegar a la montaña. No solo embellecen el paisaje con su presencia blanca y majestuosa si no que también albergan un ecosistema único y frágil del cual muchas veces depende la vida en el valle o tierras bajas. De ahí la necesidad de habitarlas con responsabilidad, con vista a un futuro sustentable como recomienda la ONU. Además de esto es imprescindible a todo nivel el respeto por las culturas que surgen al amparo de la montaña como es el caso de los pehuenches, uno de los pocos ejemplos de la cercanía del hombre con la naturaleza en el hábitat montañoso, inclemente a veces pero siempre facinante.

«Las montañas abarcan el 27 por ciento de la superficie de la tierra y desempeñan un papel crucial en el avance del mundo hacia el crecimiento económico sostenible. No sólo aportan el sustento y el bienestar a cerca de 720 millones de personas que viven en ellas, sino que además benefician indirectamente a miles de millones de personas que residen en las tierras bajas.
Las montañas, en particular, suministran agua dulce, energía y alimentos, recursos que serán cada vez más escasos en décadas futuras. Sin embargo, también albergan un alto grado de pobreza y son muy vulnerables al cambio climático, la deforestación, la degradación de los suelos y los desastres naturales…
La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 11 de diciembre «Día Internacional de las Montañas», a partir de 2003, y alentó a la comunidad internacional a que ese día se organizaran actos a todos los niveles para resaltar la importancia del desarrollo sostenible de las montañas. (ONU)»